sábado, 28 de dezembro de 2013

La história de mi padre

La história de mi padre
Muchos de vosotros sabéis que en este momento mi familia y yo estamos pasando por momentos muy duros a raíz de problemas políticos que está viviendo mi padre, José Genoino. A lo largo de muchos años de convivencia muchos de vosotros habéis escuchado algunas cosas sobre quién es mi padre, lo que ha hecho, su vida política, pero en este momento me gustaría explicaros mejor lo que está ocurriendo.
Para eso empiezo por contaros un poco sobre la historia de vida de mi padre, que ayuda a explicar muchas cosas. Él ha nascido en Quixeramobim, una ciudad muy, pero que muy pequeña en el nordeste de Brasil. Su familia era compuesta por padre y madre campesinos, con 12 hijos para cuidar, viviendo en medio del “sertão” de Brasil, una región con sol todo el año, poca lluvia y dónde tenían que habérselas para conseguir plantar y cultivar aquello que necesitaban para comer. En este sitio, perdido  en medio a mucha pobreza, ha nascido mi padre, que decidió, por su propia cuenta y riesgo, que quería salir de allí para estudiar y, quien sabe, conseguir cambiar la vida de su familia y de la gente esa que tanto sufrimiento cargaba a las espaldas. Pues bien, a los 7 años mi padre empezó a caminar, día tras día, 14 quilómetros para ir y otros 14 para volver a una escuela donde a lo mejor pudiese estudiar y ser alguien en la vida.
Así empezó su historia de lucha, donde siempre ha dejado sus necesidades personales a un lado, en nombre de sus ganas de hacer algo con respeto a todo aquello que le parecía injusto o inaceptable. Consiguió estudiar y fue el primero en su familia en conseguir entrar en una universidad, una no, dos, empezando a estudiar derecho y filosofía. Fue allí, en medio a los estudios, que conoció el movimiento de estudiantes, actuaciones primero dentro de las universidades y después fuera, para luchar por mejores condiciones de estudio, más libertad de expresión, democracia, justicia. Y fue allí donde él estaba cuando empezaron los años del régimen militar, un golpe de estado en Brasil, donde se eliminaron los derechos civiles, como el voto, la libertad de prensa, el derecho a opinar, entre otras cosas.
La dictadura militar encerraba en la cárcel a los que protestaban en contra de aquella situación, utilizando de todos los medios para callar a los que intentaban defender el derecho de todo un pueblo. Mi padre y mi madre fueron encerrados en la cárcel. Mi padre estuvo 5 años encerrado y mi madre 1 año y medio. En este tiempo los han torturado a los dos, de todas las maneras posibles: choques, ahogamientos, quemaduras, dolor, mucho dolor. Ellos dos han llegado a ser torturados el uno delante del otro,  con todo el peso físico y emocional de una situación como esta.
Toda esta lucha ha tenido un final feliz pues al final la dictadura militar salió derrotada y los derechos fueron devueltos al pueblo brasileño como nunca debían haber sido quitados. Aún así, aún ya habiendo hecho algo muy importante para siempre, mi padre siguió en su camino de lucha, esta vez en la democracia, actuando como diputado federal a lo largo de 24 años. En estos años siempre ha luchado por los derechos de los que más necesitaban y nunca, jamás, se ha dejado llevar por las ilusiones del poder, como el dinero fácil, la publicidad efémera de la prensa, los engaños de tener más de lo que se debe. Él ha llegado a ser invitado varias veces a posar para la revista “Hola” brasileña y jamás lo aceptó, diciendo que él no estaba en esta vida para ilustrar reportajes, sino para vivir su lucha, su historia, sus ideales.
En el año del 2002 Lula ha sido elegido presidente de Brasil, una lucha que mi padre y el partido en el cuál siempre ha participado, lo encabezaron desde que la democracia volvió a Brasil. Finalmente podrían cambiar las cosas, efectivamente no luchar, pero hacer un país mejor. En 8 años de gobierno Lula ha reducido enormemente la pobreza en mi país, sacando a mucha gente de la más absoluta miseria, devolviendo la dignidad de todo un pueblo. La gente sin recursos empezó a poder crecer en la vida, estudiar,  trabajar, crear una familia, ser digno.
Pero, claro está, eso no ha sido del gusto de mucha gente, especialmente de aquellas personas que por años y años han tenido el poder y el dinero en Brasil. Si antes se privatizaban las empresas para dar dinero a los empresarios, ahora Lula destinaba los fondos para que la gente tuviese una “beca familia”, donde la gente sin recurso pudiese tener su contribución mensual y seguir adelante. Si antes Brasil se ahogaba en las deudas con otros países, ahora Lula empezaba a fortalecer las empresas brasileñas y a darles la posibilidad de crecer aquí mismo,  ganando fuerza económica y social, con los muchos trabajadores que salían por fin del paro. Donde antes había injusticia, empezó a existir igualdad, donde antes había desigualdad, empezó a existir  dignidad.
Bueno, con todo eso, encontraron una manera, los partidos y poderes de oposición,  de intentar derrumbar a este proyecto del cual mi padre es una parte. En el año del 2005 salió un diputado a decir que existía un esquema de compra de votos, o sea, que el partido de mi padre pagaba a los otros partidos para que en el congreso votasen a favor del gobierno. En este momento mi padre era el presidente del Partido de los Trabajadores y gran parte del escándalo cayó sobre él.
Del 2005 al 2012 fueron 7 años de mucho sufrimiento para mi padre y para toda nuestra familia. Fueron muchas las falsas acusaciones y excesivas las exageraciones de la prensa. Infelizmente en Brasil no tenemos periódicos de izquierdas, solamente hay la visión de los poderosos y de los que desean que nada cambie.
Al final, ahora en el año del 2012 mi padre ha sido condenado por supuestos crímenes que él jamás ha cometido. Le han condenado porque ha firmado un préstamo de su partido, que, a la vista de los jueces sin carácter, seria para pagar a los diputados. Lo único que se han olvidado es que este préstamo estaba legalizado, que ya ha sido pagado y que no existe ni una sola prueba de que haya existido algo ilegal con el dinero que el Partido ha recibido para pagar sus deudas. También le han condenado porque, decían, había hecho muchas reuniones con otros partidos, olvidando que mi padre era el presidente del partido y que era natural que tuviera que reunirse con otros políticos. No hay ni una sola prueba para que pudieran condenar a mi padre y aun así lo han hecho.
No sabemos lo que pasará, pero os puedo decir de corazón que si por un lado hay mucha gente en contra, por otro estamos recibiendo muchas demonstraciones de respeto y de apoyo. Personas que no son sólo del partido de mi padre, sino individuos que desean compartir su indignación con nosotros, demostrar que están y estarán a nuestro lado para lo que haga falta. Mi padre está bien, fuerte y decidido a luchar por su inocencia. No va a bajar la cabeza y no dejará que nadie ensucie el único bien que ha conseguido conquistar a lo largo de más de 40 años dedicados a la política: su honradez y su honestidad.
La gente que nos apoya sabe que mis padres viven en la misma casa hace más de 20 años. Saben que mis hermanos y yo trabajamos no por pasar el tiempo, como lo hacen muchos hijos de gente con dinero, pero porque necesitamos pagar nosotros mismos nuestras cuentas y construir por nuestro propio esfuerzo nuestro futuro. Saben que una persona que es corrupta, como dicen de mi padre los jueces sin carácter que le han condenado, nunca tendría la vida sencilla que tenemos, sin lujos, sin dinero sobrando, solamente luchando para seguir en frente.
En este camino tan difícil os puedo decir que sólo he conseguido aguantar tanta injusticia y tanta dificultad por el apoyo de todas estas personas. Hoy sé que no estamos solos y eso nos da la fuerza necesaria para luchar junto a mi padre, por justicia, por su inocencia. En este camino, mi Miguel, nuestro Miguel, ha sido una pieza fundamental… él ha vivido junto a nosotros situaciones difíciles, momentos duros, de llanto, de angustia, de rabia. Y en todos ellos ha sabido ser una persona fuerte lo bastante para ayudar a todos, en especial a mí. Os digo que no sé lo que sería de mi si no tuviera a mi Migui a mi lado en estos últimos meses. Vivir momentos buenos con la gente a la que queremos es maravilloso, pero vivir momentos tristes nos enseña que el verdadero amor está también en esta lucha por sobrevivir, por aguantar, por estar al lado de quien necesita.
Os agradezco de corazón que, aunque lejos, aunque sin poder entender toda esta historia de mi país, hayáis transmitido buenos pensamientos, oraciones y pedidos de que todo saliera bien. Aunque no hayamos podido encontrar la justicia, sabemos en mi familia lo importante que es existir una corriente positiva por mi padre, que es enorme, y que tanto sentimiento positivo sólo puede traer cosas buenas, aunque tengamos que esperar un poco por eso.
 En uno de los días más difíciles para mi padre, cuando fue condenado, en medio a tanta cosa mala él fue capaz de una vez más pensar en los demás, antes que en él mismo. Me miró a los ojos y dijo: “Hija, tienes que ir a España en fin de año. Yo quería ir, pero al final no pudo ser. Alguna vez volveré a Sevilla, pero aunque no pueda ir, tú y Miguel debéis ir con los niños, para salir un poco de aquí, recuperar las energías. Y sobretodo porque Miguel lo merece después de todo lo que ha aguantado aquí en estos últimos meses”. Y por eso vamos a España, con los corazones muy heridos, pero con la esperanza de encontrar tranquilidad y un poco de paz.
Yo de mi parte, aunque viva sentimientos de los más variados, deseo reencontrarme con Sevilla y con su gente de una manera diferente a la que dejé hace poco más de tres años, cuando dejamos a España. La verdad es que todo eso que está pasando con mi padre me está haciendo ver la vida de una manera muy diferente; la lucha que tendremos por delante será dura, mi padre tendrá que ser fuerte, nosotros también, por eso todo lo demás que haya en mi vida que pueda arreglarse con una sonrisa, una conversación y un abrazo, lo haré.
Os agradezco de corazón que hayáis tenido la paciencia de leer mis palabras, y espero que el próximo reencuentro permita de verdad que todas las heridas queden a un lado para que de verdad la fuerza de lo que vale en esta vida, vivir en paz, pueda ayudarnos a seguir luchando aquí en Brasil por la inocencia de mi padre.

Con cariño, Miruna.

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